Nuestra Vida
“La nuestra es una Historia de Amor entre Dios y nosotras”
“La nuestra es una Historia de Amor entre Dios y nosotras”
Nuestra vida como hermanas Adoratrices de la Eucaristía también está marcada por la impronta de la sencillez que no es sino la manera que Jesús eligió para quedarse entre nosotros: bajo apariencia de pan y vino.
Extendemos nuestra adoración ante Jesús Sacramentado por turnos a lo largo de todo el día y en momentos privilegiados y siempre una vez por semana, también por las noches. Alternamos oración y trabajo, estudio y misión, espacios de silencio indispensables para el desarrollo de una verdadera comunicación (con Dios, con nosotros mismos y con los demás) y momentos de diálogo compartido en comunidad.
Nuestro centro es la Misa de cada día: la Eucaristía que adoramos abre en nuestro aquí y ahora un canal entre cielo y tierra y nos invita a lanzarnos a esa nueva dimensión que encuentra su centro en nosotras mismas, en nuestra alma. Madre Concepción y Santa Teresa nos invitan a ser almas de oración en el siglo XXI, hacernos también canal.
La liturgia y el canto de las Horas ocupan un lugar importante en nuestra vida, uniendo nuestra oración a la de toda la Iglesia para alabar, interceder, suplicar, dar gracias y pedir por todos.
Tratamos de vivir la experiencia de los primeros cristianos, poniendo todo en común, compartiendo bienes espirituales y materiales.
Nos consagramos al Señor a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia, tras las huellas de nuestro Jesús, casto, pobre y obediente.
En la vivencia de nuestros votos religiosos encontramos un camino claro y también sencillo para entregarnos y amar como Él nos amó, hasta el extremo.